Los oyentes han empezado a abandonar los CD y las descargas para pasarse a los servicios de streaming, o difusión en tiempo real, como Spotify, Pandora y YouTube.
Pero, a medida que las empresas que se encuentran detrás de estos servicios digitales se transforman en firmas de miles de millones de dólares, el dinero relativamente escaso que ha proporcionado a los artistas causa preocupación.
A finales del año pasado, Zoe Keating, una compositora independiente del norte de California que describe su estilo como “violonchelo vanguardista”, facilitó un ejemplo inusualmente detallado. En unas voluminosas hojas de cálculo publicadas en su blog de Tumblr, reveló los derechos de autor que percibe por distintos servicios, hasta el último centavo.
Las cifras reflejaban lo duro en que se ha convertido el trabajo de músico hoy en día. Después de que sus canciones se hayan puesto más de 1,5 millones de veces en Pandora, ganó 1.652,74 dólares. En Spotify, 131.000 reproducciones le supusieron unos ingresos de 547,71 dólares, o 0,42 centavos al día.
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