Según psiquiatras y psicólogos, un 50% de nuestro carácter está determinado por factores genéticos; y un 10%, por nuestro entorno, pero hay un 40% que solo depende de nosotros, de nuestra actitud ante lo que nos sucede. Es este 40% el que debemos trabajar para ver el mundo en positivo y que eso nos ayude a ser más felices e, incluso, a vivir más años con mejor salud. Ser positivo no solo te ayuda a reducir el estrés y la ansiedad, sino que también protege tu salud. Según un estudio del University College de Londres, mantener una actitud positiva está relacionado con tener un sistema inmunológico fuerte y, por lo tanto, menos problemas neuroendocrinos, inflamatorios y cardiovasculares.
Aquí unas pautas para ser positivo:
1. Cultivar las emociones positivas
Tener pensamientos positivos es, sin duda, más fácil si se tiene un ánimo también positivo. Para favorecer esto lo mejor es que realices actividades que te gusten y que te provoquen alegría, satisfacción, dicha... Ver una película divertida, tomar un café con una amiga o jugar con tus hijos son cosas sencillas y cotidianas que potencian el optimismo. El problema es que a veces nos pasan desapercibidas o que nos habituamos a ellas, y al considerarlas normales dejamos de valorarlas. Para que eso no ocurra, reflexiona por la noche sobre todo lo bueno que el día te ha ofrecido y apunta en una libreta cinco cosas que te hayan hecho feliz esa jornada (la llamada de un amigo, un beso de tu hijo, una conversación cómplice con tu marido…) y piensa en ellas. Te sentirás mejor.
2. Busca el lado bueno de las cosas
La queja constante fortalece la cadena de pensamientos dañinos. Si pensamos en términos destructivos o negativos acabamos haciéndolos realidad. Tu objetivo debe ser reemplazar los pensamientos negativos por otros positivos, y eso debe notarse también en tu lenguaje. Sustituye expresiones como “me he equivocado” por otras como “he aprendido que” o “si no supero la entrevista de trabajo, no podré pagar la casa” por “tengo confianza en mis capacidades para conseguir este trabajo”. Todo puede ser formulado de forma positiva; cuanto más practiques más fácil te será hacerlo.
3. Ponte recordatorios para no olvidar lo bueno que hay en tu vida
Los expertos recomiendan poner notas en el ordenador con frases motivadoras citas aspiracionales, y anotar las cosas que debemos agradecer cada día. De esta manera, dicen, pondremos el pensamiento positivo en el centro de nuestras vidas.
4. Haz algo agradable por los demás
Uno de los modos más rápidos y efectivos de sentirse más feliz es mostrar ternura y compasión por los demás, ayudar a las personas e implicarnos en actos de solidaridad para ayudar a personas que ni siquiera conocemos. Todas estas acciones tienen un efecto positivo y esto ha sido medido en distintos estudios científicos sobre el bienestar y las emociones.
5. Da las gracias (todo lo que puedas)
Solo pensar en las cosas por las que uno está agradecido ya es suficiente para mejorar el estado de ánimo. Si la gratitud se convierte en un hábito no tardarás mucho tiempo en ver los beneficios.
6. No te culpes por todo
Uno de los errores más comunes es caer en la tentación de sentirte responsable de todos los males. Si alguien no te saluda, por ejemplo, no significa que esté en contra tuyo. A lo mejor solo está distraído o tiene un mal día.
7. No te comas el coco dándole vueltas y más vueltas a los problemas
Cada vez que te encuentres ante una situación difícil, en lugar de darle vueltas al problema, lo que no te llevará a ningún sitio más que a la desesperación, concéntrate en buscar una solución e intentar definir los pasos que te permitan alcanzarla. Eso te ayudará a abandonar el pensamiento negativo y el inmovilismo. En general, ponernos metas (siempre que estas sean realistas) nos da una perspectiva más positiva en la vida y nos impulsa a seguir adelante. Si el problema o lo que te preocupa es algo que no puedes cambiar, trata de asumirlo y acepta que la vida a veces es así de “injusta”. No tiene sentido que desperdicies tu energía preocupándote. Pensar en ello continuamente lo único que hará es frustrarte aún más.
8. Rodéate de gente positiva
El optimismo y el pesimismo es tan contagioso como la risa o los bostezos. Intenta rodearte de personas positivas. Huye, en la medida de lo posible, de las negativas. Y cuando no lo puedas evitar, obsérvalas con distancia y buen humor para que no te tiñan con su negatividad.
9. Quiérete mucho: Cuida de tí tanto por fuera como por dentro
Para aprender a ser positivo es importante que tengas una relación sana contigo mismo. Si tú estás bien y te sientes bien, conseguirás que tu energía sea más positiva y beneficiosa que si te encuentras en una mala relación contigo y con tu vida. Por tanto, cuida de ti tanto por dentro como por fuera, dedica tiempo a lo que te gusta hacer y disfruta de tu compañía. Recupera aquel proyecto o aquel sueño que abandonaste y permítete ser el dueño de tu vida.
10. Medita semanalmente
Otro ejercicio perfecto que te ayudará a tener una actitud más positiva y optimista es la meditación. Esta práctica oriental está totalmente pensada para conseguir calmar la mente, reducir el estrés, vivir el presente y sentir una gran paz interior. Lo ideal es procurar meditar diariamente pero, si no puedes, lo que te recomendamos es que lo hagas al menos 2 veces por semana.
11. Haz ejercicio
Está comprobado que el ejercicio físico es una práctica la mar de saludable para conseguir tener una actitud más relajada y positiva. Ten en cuenta que, el deporte, consigue que liberemos endorfinas, es decir, un tipo de hormona que nos hace sentir en mayor bienestar y más felices. Además, el deporte activará tu organismo y hará que las células recorran más rápidamente tu cuerpo haciendo que estés más oxigenado, despierto y de mejor humor. Así que, ya lo sabes, si quieres ser más optimista apúntate a una vida sana.
12. Dedica tiempo a tus hobbies
También es importante que te guste tu vida. Nunca podrás tener una visión positiva de la vida si no te gusta cómo estás viviendo, si te sientes estancado, perdido o sin que haya nada que te motivo. Por tanto, nuestro consejo es que, dentro de todas las obligaciones y toda tu rutina, dejes un espacio para disfrutar de tus hobbies y de tu pasión. No abandones nunca lo que eres: ni la familia, ni los amigos, ni el trabajo puede apartarte de ti mismo.
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